Omnia docet

Omnia docet: El enseña todo. No es francés, es latin. Esta frase estaba escrita en el escudo del Collège de France. El Collège de France es una institución pública y gratuita donde los profesores afiliados a ella ofrecen conferencias en ciencias y humanidades que están abiertas a todo el mundo libre de costo. En las palabras de Michel Zink, el conferenciante de ayer: “la gente va como va al cine, excepto que el cine cuesta seis euros y el Collège de France es gratis”.

El profesor Zink nos presentó su conferencia titulada Cómo enseñar la literatura hoy en día. No hay que tener un grado en Literatura Comparada, para saber que este campo está en peligro. Las ciencias producen avances tecnológicos que nos ayudan en nuestro diario vivir, y las ciencias sociales nos ayudan a entender nuestro comportamiento dentro de un contexto colectivo. ¿Cuál es el propósito de la literatura? ¿Qué aportan los profesores de literatura a la sociedad?

La respuesta a esta pregunta es una que no hemos logrado concretizar desde hace más o menos doscientos años, pero que sí la sabía la gente en el mundo antiguo. No me refiero a Puerto Rico antes del ELA ni la llegada de los estadounidenses (para aquellos con memoria corta), sino a las civilizaciones de Atenas y Roma. En estos tiempos tan lejanos la educación consistía en memorizarse y luego recitar las obras de Homero enteras (aproximadamente cincuenta veces más largas que un Primera Hora o una TeveGuía) con el fin de que los jóvenes cultivaran su espíritu. La poesía era una manera de encontrase cara a cara con lo extraño (los textos de Homero ya tenían trescientos años en la época del período imperial de Atenas) y de incitar la reflexión, así se preparaba a los niños para asumir sus derechos y responsabilidades como ciudadanos.

Este fue el status quo (vocablo del latín harto conocido por los puertorriqueños) hasta el siglo diecinueve cuando comienza a establecerse la estructura de la universidad como la conocemos. Se creó una cultura de especialización que persiste hoy en día; el químico estudia sólo química para saber tanto y tanto que tal vez, algún día, invente alguna novedad. Su falta de conocimiento en otras áreas no afecta su desempeño como profesor. Al contrario, su grado de especialización lo ayudará a desarrollar ideas nuevas en su campo que eventualmente servirán para crear otros avances concretos.

La consecuencia de este proceso fue que la literatura dejó de ser un medio para acceder al pensamiento critico y se convirtió en un objeto de estudio en sí mismo. En la década de 1920 I.A. Richards y otros profesores de Yale “inventan” los fundamentos del “close reading” y “nace” una nueva manera de estudiar la literatura. Ser maestro de literatura se convirtió en un tremendo “bombo al pitcher”: ya no había que saber nada sobre el autor, la época o la recepción de una obra, solamente analizar el texto. Todo esta escrito ya. “¿Qué piensan de esta novela?” Cualquier opinión sacaíta de la manga es aceptable, dado que cada persona tiene una experiencia de lectura distinta. ¡Que fácil! Sin embargo, es por esta misma razón que las clases de literatura son muchas veces las más aburridas y detestadas por los estudiantes.

En nuestro país, muchos han desarrollado una alergia a la lectura a causa de la enseñanza mediocre, incluyendo a nuestro secretario de educación. Carlos Chardon no pudo dignarse a leerse las obras que eliminó por su “contenido vulgar” del currículo de español de escuela secundaria. Pero el problema no es Chardón ni son las novelas ni la chabacanería; el problema es la manera de estudiar los textos. Estudiar una mala palabra o una escena de sexo por si sola no tiene ningún valor en el salón de clase, de eso aprendemos suficiente en la calle. Sin embargo, confrontarse con esto en un libro puede llevarnos a hacernos unas preguntas que sí son muy apropiadas para discutirse en la escuela. Por ejemplo: ¿Por qué algunas palabras se consideran vulgares? ¿Cuáles son las reacciones emocionales que puede tener una persona al sexo? Sin embargo, los estudiantes no las harán, aprenderán en la calle a golpes.

Es precisamente ahí, en el peligro, en lo prohibido y sobre todo en la duda que reside el verdadero valor de la literatura. Tenemos que regresar a una enseñanza donde la poesía sea el punto de partida y no el destino final, donde el libro suscite un debate en vez de bostezos y donde la literatura se use para estimular el pensamiento crítico. Docet omnia: ella enseña todo. A riesgo que me censure el Departamento de Educación les hago la siguiente pregunta: ¿Dejarán que cualquier pendejo les limite lo que pueden leer o llegarán a sus propias conclusiones?

2 commentaires:

  1. Controlar lo que leemos, bebemos, hacemos, sabemos....... Imponer un toque de queda, 5 minutos de "reflexión" (por no decir "oración")en las escuelas. ¿Hasta donde los dejaremos llegar? ¿O es que la nueva agenda de gobierno propone que PR se irá nadando a unirse con los países árabes de gobierno Talibán?

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  2. El estudio de la literatura puede revelar admás la percepción del autor sobre la sociedad en la que vivía, complementando los cursos de historia y llevarnos a analizar el modo de pensar de la época y que cosas han cambiado, cuales siguen igual y entender el porqué. Hace falta una educación dirigida más bien a la formación de seres humanos completos, ciudadanos concientes y no ser limitados por la especialización.

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